Tenemos que perdonar: ¿Recuerdan la historia que Jesús relató acerca del hombre a quien su amo le había perdonado una gran deuda? Sin embargo, él no pudo (o no quiso “por la dureza de su corazón”) perdonar a otra persona una deuda menor que le debía. Su amo se enojó mucho con él cuando se enteró acerca de su actitud fea e implacable. Por consiguiente lo mandó echar en prisión para que fuera “atormentado” por sus verdugos. “Así también Nuestro Padre Celestial hará con nosotros si no perdonamos de corazón a cada persona que nos daña o nos ofende. Recordemos lo que dice (Mateo 18:30-35). ¿Qué quiso decir Jesús en ese versículo? Que si somos negligentes en perdonar a los demás, una raíz de amargura o resentimiento puede comenzar a crecer en nuestras almas. Y llegará el tiempo que esa raíz solo sabrá dar frutos muy amargos, ásperos, de enojo y de poca tolerancia. Hay quienes dicen: “yo no tengo nada que perdonarte” “Yo te perdono.” No tengo nada en contra de ti” … Pero solo lo expresan de dientes para afuera, porque cuando algo les pasa, y viene el famoso “enojo de la amargura”, sacan nuevamente todos los errores del pasado y con más coraje que cuando pasaron los incidentes hiriendo y dañando más fuerte. Esa conducta es un perfecto ejemplo de un corazón con carencia de un verdadero perdón. Un corazón que viene herido desde hace mucho tiempo y nunca ha buscado ayuda para aprender a perdonar y sanar. Quizás al momento de expresar que no tienen nada en contra de uno, lo digan de una forma que en verdad así lo quieren sentir, pero tarde o temprano vuelve y gana el rencor, vuelve y salen a flote el espíritu negligente y amargo, cargando su corazón más y más de cosas negativas en vez de soltar y experimentar la hermosura y lo ligero que se siente una persona cuando deja de cargar maletas tan pesadas. Por otra parte, cuando Tú aprendes a perdonar como Dios nos perdona, aprendes a levantar tu cabeza en un tiempo corto después de haber sido lastimando. Primero, porque aprendes a refugiarte en Dios cien por ciento. Segundo porque pones la citación en las manos de Él también cien por ciento con la plena certeza que Él se encargará. Tercero, pones a la persona en las manos de Dios más que al problema o la herida. Cuarto, oras más por esa persona que por ti mismo. ¿Por qué? Porque cuando crees firmemente en Dios, en sus promesas, y ejerces tu fe. Sabes realmente que Dios no te soltara y que tú estarás bien. Una de las cosas que me motiva a saber perdonar, es precisamente eso. El saber que Dios está y estará al control de todo, que Él nunca me ha dejado sola y que siempre me ha dado las fuerzas para levantarme y sacar algo mejor de mí. Por otra parte el NO volverme amargada, porque al serlo o permitirlo dejaría de sonreír como me gusta hacerlo. Sonreír de una manera sincera con cariño. De una forma respetuosa y que inspire y dé confianza. Permitiendo que las personas puedan sentir que pueden contar conmigo. Algo que hoy en día en el mundo que estamos viviendo tan rápido, frío, seco y actitudes tan endurecidas están escasas. Están escasas las SONRISAS bonitas limpias con “CARIÑO, COMPRENSIÓN,SINCERIDAD” Así que, si estás sufriendo esta cruel enfermedad, te animo a Abrir, pero en verdad Abrir tu corazón a Dios. Siéntate en un lugar calmado, cómodo, lindo y cierra tus ojos. Ve al pasado de tu vida. A lo más atrás que puedas, recordando que cosas te han dañado tanto y exprésalas a Dios. Habla con Él, desahoga y descarga TODO sin importar cuánto te demores o cuánto llores. Pídele sanidad y liberación. Créeme que al abrir tus ojos serás otra persona porque el mundo entero podrá fallarnos pero DIOS NUNCA. EL dice: TODO AQUEL QUE ESTE TRABAJADO y CARGADO VENGA A MI Y YO LES DARÉ EL DESCANSO QUE NECESITAN. (Mateo 11:28) Si crees que ya lo has hecho, pero no has logrado reconciliarte contigo mismo al punto de poder perdonar y perdonarte. Te animo que busques ayuda psicológica. Muchos creemos que hay que estar loco para buscar ese tipo de ayuda. Pero la realidad es que estamos equivocados. Todos en algún momento de nuestra vida pasamos por cosas que no entendemos ni podemos solucionar con nuestro propio entendimiento ni fuerzas, y es allí donde Dios usa a otras personas con Dones especiales. Es de esa manera como podemos ayudarnos unos a otros. Investiga por un psicólogo con principios cristianos y decide de una vez por todas tomar acción y vivir una vida plena y llena de bendiciones. Te comparto lo que hoy Dios me ha permitido experimentar en carne propia y ser testimonio que SÍ se puede. Con Dios todo es posible. Dios es un Dios de milagros, un Dios que trasforma a quien quiere ser trasformado. Un beso y un abrazo gigante para todos ustedes. Los quiere Adri Victoria. Mujer Victoriosa en las manos de Dios.
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