Te comparto que hace unos días dije:
“Dios, sé que una manera de mostrar mi fe en ti es entregándote este dolor. Es poniendo en Tus manos verdaderamente la salud y la vida de mi hijo. Debo saber esperar y confiar. Pero también te pido por fortaleza. Dame fortaleza para cualquier noticia que pudiera recibir, fortaleza para saber esperar por un milagro. Fortaleza para conciliar el sueño, trabajar y seguir adelante a pesar de. Fortaleza para no ser manipulada por el amor o las culpas que un día sentí por mi esfuerzo en querer proveer como jefe de hogar al haberme separado." Prendo una luz en mi corazón en nombre de él. Una luz con una oración especial y específica... “Dale una oportunidad de vida." Solo aquellas madres que pasan o han pasado por casos así, logran entender lo que sufre una madre cuando un hijo está mal. Me levanto cada mañana, sonrío, doy gracias por mi vida y el nuevo día. Me siento a trabajar con la mejor actitud posible. Doy mi mejor cara a los clientes, pero he sentido un vacío en mi estomago por varios días. Me ha sido difícil concentrarme, escribir, y digo: Señor, perdóname. Perdóname por sentir el vacío, a pesar de que he puesto esta situación en Tus manos, pues Tú dices que, si pedimos por algo, lo pidamos creyendo que lo recibiremos. Que, al poner las cargas en ti, debemos soltar y no sufrir, o sea, descansar en tus promesas. Pero me ha sido difícil “Soltar” y al mismo tiempo por el pensamiento que llega a mi diciendo: - “Adry: es su decisión, no la tuya. Él conoció del Señor.” - Es por esta razón que durante esta semana mis publicaciones han sido acerca de los padres, del amor, las decisiones, las responsabilidades. El saber enseñar, saber obedecer y también saber soltar. Entendí que no me puedo sentir culpable por las decisiones de algunos de mis hijos. Que sus equivocaciones no han sido por una mala educación, un mal ejemplo o por falta de tiempo en el transcurso de su crecimiento. Ellos tienen la suficiente conciencia para entender lo que es bueno y lo que es malo, así como saben la diferencia entre el blanco y el negro, que, como madre, al ellos convertirse en adultos solo puedo orar. Y les digo a aquellos padres que han tenido la fortuna de dar con hijos excelentes, estudiosos y en buen camino, que no se cansen de dar gracias a Dios por ello. Como dije antes aquí no se trata de una mejor educación, ejemplo o tiempo. Créanme que no. Conozco varios pastores de iglesias con madres entregadas a sus hijos y sufren hoy en día como yo. Otros que han sido vagos, alcohólicos, golpeadores y sus hijos son ejemplares. ¿Entonces, en qué consiste? En las decisiones que ellos toman. Y por más que nos duela, esas decisiones tendrán consecuencias que nosotros no podremos evitar. -Adry Victoria-
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ADRY VICTORIA G. PIEDRAHITA.Palabras de mujer a mujer... Archives
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