El temor es un espíritu de tormento. ¿Has sentido alguna vez que estás en riesgo de perder algo? ¿De padecer de algo? ¿De no lograr algo y te ha causado temor?
La realidad es que cuando el temor llega a nuestra mente, afecta nuestros pensamientos y luego nuestras emociones. con ello muy seguramente nuestra forma de actuar y reaccionar durante ese momento o días en el que EL TEMOR se apodere de nuestro ser. Lo cruel del asunto es que frecuentemente actuamos de acuerdo como pensamos. ¡Es una realidad! Claro, dependiendo del tipo de temor con el que estemos lidiando. Hay temores buenos que nos impulsan y motivan, logrando que nuestra creatividad fluya mejor. Pero hay temores que destruyen y causan tormento. Miremos algunos de ellos… Escuche de Joyce Mayer decir, que sería más corto hablar sobre las cosas a las que NO les tememos, que a las que SÍ. El temor malo, aquel que es negativo es el que debemos eliminar de nuestro andar diario. Porque vivir en tormento envenena el alma, enferma el cuerpo, y termina convirtiéndonos en personas inseguras, peleonas, desconfiadas, y de repente amargadas. Logrando su propósito destructor. Esto nos aleja de la gente; dañando probablemente buenas relaciones. El miedo es una de las seis emociones primarias que todo ser humano tiene, junto a la ira, la alegría, la tristeza, la sorpresa y el asco. Es una de las emociones más desagradables que experimentamos en diferentes tiempos de la vida. Creo la primera es cuando somos niños, le tememos al regaño de nuestros padres, por hacer un daño, por no tomarnos la sopa, por no comer la ensalada. Le tememos a no ser amados por los padres, por nuestros hermanos. Luego le tememos a caernos de la bici, a montar en patines, al castigo de la profesora delante de los compañeros por no haber hecho la tarea o haberla hecho mal. Miedo a no ser aceptado en el grupo escolar, o no ser popular. Miedo al abandono, al rechazo, a la infidelidad, a un diagnóstico del doctor, a la soledad, a un accidente, a ahogarnos en el mar, una piscina, miedo a quemarnos, miedo a ser gordos, a ser flacos, a la crítica, a la pérdida de trabajo, de una casa, de un ser querido, miedo a nuestra propia muerte. ¡WOW! Si sigo creo haré una lista muy grande. Estos que describí, fue llevando mi mente a mi niñez, para poder visualizar cuales podría describir y dar el ejemplo de algunos de ellos, de acuerdo con las edades por las que hemos ido pasando. Y me doy cuenta de que podríamos vivir con miedo más frecuentemente de lo que imaginé. Es más, me doy cuenta de que por muchos años viví con muchos de ellos, me describí en este retroceder a la niñez para darte un ejemplo. Varios de ellos he logrado ir superándolos, y a través de reflexiones que comencé a compartirte de ellos a finales del 2021. Hoy es viernes, día que elegí para preparar el material de la página para la semana entrante. Normalmente lo hago los sábados, pero este sábado tendré una visita en casa y no quería dejar pasar la reflexión a compartir, ya que a través de una prédica que me llegó al corazón, quise hablar sobre el miedo. Bueno te cuento que, al escucharla, inmediatamente tomé mi Tablet y escribí mis primeros apuntes sobre el tema. Hoy al despertar tiendo mi cama como de costumbre, bajo, destapo la jaula de mis dos pajaritos, mis actuales compañeritos. Los saludo y puse el agua para mi Té. Abrí la Tablet y leo los apuntes hechos, dispuesta a buscar información como complemento. En ese momento uno de los pajaritos comienza a aletear mucho en el suelo de su jaulita, al cual le había puesto Piolín, en memoria a otro que en el pasado había llegado a mí, y del cual me tuve que separar por el viaje a Colombia debido a mi separación en el 2021. Para octubre del 2022, un tío que tuve de visita me regaló una jaulita con dos pajaritos azules. El macho, era más gordito alegre, juguetón y muy tierno con la pajarita. Me encantaba saludarles cada mañana. Y le decía “mi pequeño gordito”. De repente el pasado domingo 15 de enero, bajo y lo encontré muerto. Me dio tristeza y me pregunte: ¿Qué le habrá pasado? ¡Fue todo! Pero no fui capaz de sacarlo de la jaula. Espere a una amiga que ese día me visitaría para que me ayudara a sacarlo. Por alguna razón me ha dado impresión tocar a un animalito muerto. Bueno, cuando ella llegó, lo sacamos, lo botamos y mi pensamiento fue: Vamos a comprar uno de inmediato porque no quiero que La niña se deprima por sentirse sola, ya que ella, desde que bajé en la mañana, chiflaba y chiflaba. No era que cantaba como de costumbre, pensaba que estaba llorando, como yo el día de hoy y lo que me hizo seguir con mi reflexión, pero cambiada casi que totalmente. ¿Por qué? Pues al estar parada tomando mi te, leyendo los apuntes y pensando sobre el tema, no pensé que tendría que enfrentarme con otra perdida, y menos en tan corto tiempo. ¿Sabes? Al ir a la tienda a comprarlo, me dije: “No quiero otro azul, le llevaré uno amarillo con verde, le llevare a Piolín.” Limpié la jaula, le cambié el agua, la comida y le dije a la pajarita: “Mira, no estarás sola. Quiérelo y llévate bien con él, ¿ok? Ese primer día cada uno estaba en esquinas diferentes. Pero para el segundo día ya los vi más amigos compartiendo la casita que les puse. Me sentía contenta porque Piolín tenía una personalidad muy bonita, alegre y dejaba que le rascara la cabecita casi desde que llegó. Mientras que la niña es muy nerviosa, a pesar de que ya tiene 4 meses conmigo. Piolín, esta mañana en particular, fue más bonito que de costumbre, a tal punto que cuando Miguel me llamo a saludar, le dije: ¿Sabes? ¡Piolín es hermoso! Unos minutos después de la llamada y de yo empezar a escribir, Piolín empieza aletear fuertemente. Paré y me acerqué para mirar qué le pasaba. Con sus ojitos abiertos solo abría sus alitas, pero sus patitas las tenía muy estiradas y obviamente no podía volar. Abrí la jaula y lo tomé en mis manos, preguntándole: “¿Que te pasa papi? ¿Qué tienes? Y empecé a acariciarlo, me senté en las escaleras de la casa y llorando le dije a Dios. Por favor no te lo lleves. Le sobaba su pancita, traté de mirar sus patitas y el sólo movía la cabecita mirándome. No te miento, con una de sus patitas se aferró a un dedo y se recostó en mi mano. Yo le seguía acariciando sin saber qué hacer. Dije: “De repente es un dolorcito que se le quitará”, y me quedé con él hablándole y acariciando. De pronto movió su piquito, me dio un beso y cerro sus ojitos. ¿Sabes? No logré parar de llorar por muy buen rato. Lo curioso es que, por primera vez no sentí miedo de tener la muerte en mis manos, y se me vino al corazón “Señor, acaso me salvaste de algo? ¿Acaso querías que enfrentara el miedo a este tipo de pérdidas?” Mira, lo estoy acariciando, no lo quiero botar como hice con el otro. Pero tampoco quiero salir corriendo a comprarle otro a La niña, porque ya no quiero perder a nadie. No quiero volver a encariñarme. ¡Esto es muy duro! ¿Por qué te lo llevaste, si este me gustaba tanto? Si fuera por algo malo en su agua, jaula o comida, La niña también hubiera muerto. Aun no sé la respuesta. Dicen que no se debe creer en supersticiones, pero la muerte de estos dos pajaritos me parece tan, tan extraña. Y bueno heme aquí, después de una hora pude lograr ponerlo en una cajita. No me siento capaz de botarlo, creo lo enterraré. Después te contaré. Ahora pude lograr venir a relatarte mi nuevo testimonio sin ser este el plan de hablar sobre el miedo que viviría esta mañana. Hoy puedo decirte que generalmente el temor nos bloquea. Mientras te estaba escribiendo, de repente volteo a mirar la pequeña caja donde lo puse como si lo fuera a ver despertar. Le escribí a Claudia mi amiga enviándole foto de mi pequeño y entro nuevamente en mi Tablet, y veo uno de los versículos que tenía en mis apuntes iniciales, y mira lo que decía 1 juan 4:18… “Donde hay amor no hay miedo. Al contrario, el amor perfecto echa fuera el miedo, pues el miedo supone el castigo. Por eso, si alguien tiene miedo, es que no ha llegado a amar perfectamente.” 1 Juan 4:18 DHHDK Y pregunté: “Dios, ¿A quién no estoy amando perfectamente?” ¿A mí? Aún debo trabajar más en mi autoestima. “¿AL PRÓJIMO?” Siento que hoy en día, aunque me ofendan, no me enojo como antes, ni tomo represaría. Al contrario, respiro, dejo que mi corazón se aquiete nuevamente y sigo con tranquilidad resolviendo lo que tenga que resolver. ¿A TI? Me estás diciendo que NO sintamos miedo por NADA, Y NADA ES NADA. Aquí me estoy refiriendo a lo negativo, dañino o destructivo, porque esto muestra nuestra falta de fe en Ti. Entonces volví a hacer un alto para meditar y me llevó al punto de: “El temor llega a nuestra mente, afecta nuestros pensamientos y luego afecta nuestras emociones”. Adry, que el miedo a la muerte o a la perdida de alguien NO te paralice. No te haga pensar en cosas que de pronto son meras casualidades. Fortalécete más en el Señor, para que cada vez sean MENOS las preguntas de un “POR QUE” “¿Por qué a mí? ¿Por qué pasó esto? ¿Por qué me toco esta vida? En conclusión, aun me duele la pérdida de Piolín esta mañana. Pero al ir terminando esta escritura, entendí que aún hay miedos que me paralizan, y que debo trabajar más en mi fortaleza con el Señor para lograr vencer esos obstáculos que aún me hacen caer. No sé si tu tengas miedos que enfrentar, pero si no los enfrentamos, ¿cómo lograremos superarlos y agradar más a Dios? Al final del día, esa es la gran tarea que tenemos. ¡SER VENCEDORES! -Adry Victoria-
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