Somos una sociedad de personas que llenamos los espacios de esta hermosa tierra e inevitablemente, nos relacionamos entre sí. Gracias a esto se crean sentimientos de confianza, gratitud y cariño que, en teoría deberían ser recíprocos, sin embargo, desde la existencia de la humanidad hemos visto que han existido personas ingratas, a los que más comúnmente se les dice malagradecidas. Recordemos un poco un hecho bíblico... Después de 430 años de esclavitud bajo los egipcios, los israelitas, a través de la intervención milagrosa de Dios, fueron liberados de esa esclavitud. Al salir de Egipto, Dios les permitió recolectar riquezas, ganado, comida, oro, joyas y suministros. Dios realizó muchos milagros mientras viajaban por el desierto. Los seleccionó como Su pueblo prometiendo llevarlos a una tierra “que fluye leche y miel”. ¡Pero esto no fue suficiente para ellos! Israel fue tan descaradamente ingrato que querían regresar a Egipto, donde habían sufrido muchos cientos de años de brutal esclavitud. No apreciaron las asombrosas bendiciones que Dios les proporcionó, o los muchos milagros poderosos que realizó para ellos. Este tipo de personas son aquellas que por lo general solo piensan en si mismas, te buscan o se acercan a ti solo cuando necesitan algo. Sus necesidades son más delicadas o importantes que la de los demás. Son egocéntricos, por lo general son rencorosos, y les es mas fácil recordar los pocos momentos en los que no estuviste a su lado, que todos los que sí estuviste. No importa toda la ayuda que les des, no importa cuántas veces le rescates. Nunca lo valoran porque casi siempre sienten que es la obligacion de quien les dio la mano. Sea este un amigo, una pareja, o con mayor razón un padre. Lo más cruel es que cuando menos lo esperas se volverán en tu contra. Hablan a tus espaldas y casi siempre expresarán que nunca has estado ahí para ellos. Bueno la semana pasada estuve estudiando un poco al respecto, en base al dolor que cargaba en el corazón con lo vivido con uno de mis hijos. Y esto que les comparto fue lo que encontré. Tristemente lo anteriormente mencionado es cada vez más común en la actualidad. Si bien es cierto que no siempre necesitamos que los demás se muestren agradecidos con nosotros a cada instante, sí esperamos ciertos gestos de cortesía, o al menos, una actitud amable ante nuestros esfuerzos. Leía que una de las características de una persona poco agradecida es la falta de empatía. Ellas dan por sentado todo lo que hacemos porque, sencillamente, es lo que se espera de nosotros. Casi nunca reconoce ningún valor al esfuerzo o trabajo de otros. Son personas de muy corta memoria cuando les conviene o para lo que les conviene. La semana pasada les compartí un testimonio con respecto a uno de mis hijos y las consecuencias del no saber escuchar. Días después, al ver la reacción que tuve con respecto a sus decisiones, tuvo el descaro de decirme que yo no le llegaba ni a los tobillos a su padre. Olvidándose muy convenientemente de quién había sido la persona que más ha estado ahí para él, a pesar de sus errores o sus agravios. Y añadió que su padre era todo lo que él quería y necesitaba de un padre. Algo que por supuesto me hace sentir muy contenta. Que vea a su padre con buenos ojos. Ojalá y lo valore como debe ser. Ok continuo... La ingratitud es una forma de egoísmo. No hay un sólo origen de la ingratitud. Puede provenir de una mala educación, una actitud de arrogancia, un sentimiento de rencor o envidia. Cualquiera que sea su origen, las actitudes ingratas producen cierta frustración o incluso una herida emocional. Se dice que este tipo de personas malagradecidas tienen dos caras. leí que en ocasiones aceptan que los maltraten y los vejen, los que ellos consideran que tienen poder y hasta el derecho de hacerlo. Desprecio y sumisión, son las dos caras de una misma moneda. Frente al autoritarismo del poder son sumisos; pero, frente al trabajo arduo, el apoyo que reciben con amor y esfuerzo, son crueles, arrogantes, prepotentes, despreciativos, exigentes. Por lo general aunque no en todos los casos, son personas interesadas. Te tratan bien y agradecen sólo cuando les conviene y luego se les olvida convenientemente lo que un día se hizo por ellos. Algunos preguntan que si el malagradecido nace así, la respuesta es que NO. Esa personalidad se crea. Y todo empieza desde la niñez. Desafortunadamente muchos padres cometemos el error que dimos demasiado, premiamos demasiado, alcahueteamos demasiado, sobre protegimos demasiado. No tuvimos en cuenta qué podría pasar al no enseñarles sobre el valor de las cosas. Sobre el agradecimiento, sobre que todo cuesta, o que las cosas se ganan. Que no todo en la vida se puede recibir con la creencia de un “Es tu obligación darme, proveerme, mantenerme, o ayudarme”. Por tal motivo muchos se quedan acostumbrados a que deben recibir sin que nadie exija, o sin haber obtenido los méritos para obtenerlo. Por otra parte cuando ellos se equivocan o tienen defectos en sus actitudes dicen que es tu culpa por el ejemplo recibido. De repente se convierten en grandes oportunistas. Si reflexionamos profundamente en el tema, algunos, de repente podemos sentir que en algún momento de la vida hemos sido malagradecidos. Si este es el caso. Esto es algo positivo, ya que todo lo que se reconozca es un buen inicio para lograr un cambio. El alcohólico no puede luchar en contra de la adicción si no reconoce que lo es y que necesita ayuda. Así mismo el que lucha con las drogas. Por lo tanto todos podemos cambiar si logramos identificar y reconocer donde estamos o hemos hecho mal. ¡Lo que quiere decir que hay esperanza! Puede dolerme mucho la actitud que ha tenido mi hijo, y reconozco mi responsabilidad al haberle hecho su vida tan fácil. Pero también sé que se le han compartido los errores cometidos para que él supiera tomar decisiones diferentes. Aun no ha sido su momento de reconocer, recapacitar y madurar. Nadie escarmienta en cabeza ajena dice el dicho. Pero tengo la esperanza que un día su corazón pueda ser trasformado. Que un día pueda valorar a las personas como debe ser, y que pueda ser una persona de buen ejemplo para su hija e hijos venideros. Abrazo, -Adry Victoria-
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