En la vida solemos tener experiencias muy fuertes: una relación abusiva, la pérdida de un ser querido, un accidente. Algunas lo son tanto, que nos paralizan emocionalmente y no sabemos qué decir, qué hacer, ni siquiera sabemos qué sentir. Pero, sí solemos preguntarnos: “Donde estás papito Dios en estos momentos?” Muchas de estas experiencias, a pesar del miedo y el sufrimiento, las superamos. Pero qué pasa cuando nos dicen que vamos a morir. Creo que el terror nos invade a pesar de que conocemos del Señor, de una u otra forma así digamos que no, nos apegamos a este mundo. #1, porque aun y con los retos con los que nos enfrentamos a diario, nos parece bello. Disfrutamos de los días de lluvia y un rico café. De los días de sol brillante y resplandeciente. Del campo, de los jardines y los hermosos momentos en familia en un sencillo parque, en el mar o en el patio de nuestra casa. #2, porque NO queremos alejarnos de las personas que amamos. Y #3, porque sentimos que aún tenemos mucho por hacer, decir, compartir, enseñar. Pero creo que una de las razones por las que sentimos o alguien siente temor a la muerte, se debe a la inseguridad de no saber exactamente dónde pasará su eternidad, o a dónde vamos después de que el corazón se detiene, la circulación ya no corre, y nuestros ojos se cierran por completo. Pocas veces nos ponemos a pensar en la muerte, mucho menos pensamos en cómo reaccionaremos cuando nuestros seres amados mueran, y es aún menos frecuente que nos pongamos a reflexionar sobre nuestra propia muerte. No obstante, la muerte de una amig@ nos puede enfrentar a la idea de que en cualquier momento nosotros también vamos a morir, lo cual puede generarnos angustia. Esto puede suceder porque relacionamos nuestra edad, condiciones y estilo de vida con la de aquel que ha fallecido. Generalmente los amigos son nuestros contemporáneos y pueden tener hábitos similares, por lo que pensamos que si alguien de su edad murió, nuestro tiempo también se acerca. En otros casos, surge este sentimiento de temor porque sentimos tener pendientes, antes que por el miedo de la propia muerte; especialmente si nuestra relación con Dios está bien. Si este es el caso y el sentimiento es “Aun no Señor, tengo tantas cosas por hacer, dame un poco más de tiempo”, resulta un buen momento para evaluar nuestra vida, darle un peso real a las cosas, y establecer claramente cuáles queremos que sean nuestras prioridades. A lo mejor te des cuenta de que no te estás dando suficiente tiempo para realizar cosas que disfrutas, y sólo corres y corres haciendo de tus días una vida rutinaria. Has descuidado tu relación con personas importantes, tus pasatiempos favoritos parecieran estar en un baúl del siglo pasado. Nuestra lectura diaria, decimos mañana la hago, hoy no alcancé, más sin embargo decimos “Aun no Señor” Si experimentamos angustia ante nuestra propia muerte, podemos comenzar a aceptar y reconocer que nuestro tiempo es finito, y que por ello es importante esforzarse para vivir de la mejor manera posible, dando el correcto valor a las cosas, a las personas, al trabajo, a nosotros y nuestras pasiones. Debemos dejar de pensar “Mañana”, mañana lo hago, mañana visito, mañana llamo, mañana amo a otros y me amo. Sabes, quise escribir sobre esto, ya que la semana pasada pase por un momento de dolor, de incertidumbre, de tristeza. Pero también de reflexión sobre todo lo que representa la muerte, es por eso que esta semana la dedicaré a compartirte sobre el tema. Entre el 2020 y 2021 tuve la bendición de conocer a una gran pareja. Yuriam y Cordell Thomas. Una sencilla, amable, entregada, servicial y hermosa pareja de la iglesia a la que asistí y serví, aproximadamente, por un año. Ella hispana y él de Jamaica. Dios me dio la oportunidad de compartir un período de tiempo con ellos. En un par de ocasiones conté con la bendición de tenerlos en casa, como también, de poder asistir a la de ellos. Compartimos temas sobre aspectos bíblicos y testimonios de parte y parte. La historia podría ser algo larga. Pero hoy te escribo porque Cordell Thomas ha partido... Más o menos, para noviembre 10 del 2021, antes de irme para Colombia por unos meses, ellos me estuvieron apoyando con algunas cosas, especialmente prestándome su camioneta para poder transportar algunas cajas. El día que les regresé el carro fue la última vez que le vi. Él abrió la puerta de su casa, me recibió las llaves y con su acostumbrada sonrisa se despidió de mí. Un señor muy calmado, amable y con la sonrisa más sincera, llena de paz y ternura que he visto. Un hombre que no hablaba casi español, pero que mostraba mucho interés cuando yo hablaba o les compartía algo. Recuerdo escuchar de Yuriam decirme: “Mi esposo te admira, agradece el consejo que le compartiste y los aprecia mucho”. Recuerdo haberle hablado sobre lo que yo hacía con respecto a la depresión, o a los momentos difíciles donde solía salir corriendo. Llegué a pensar que un día les tendría visitándome en Colombia y llevándoles a conocer los bellos paisajes y montañas verdecitas que tanta falta nos hacen aquí en california. Pero lamentablemente ese día no llegó... El pasado 29 de agosto asistí al servicio funeral que preparó la iglesia en homenaje a él. La iglesia estaba a reventar. Nunca había visto tanta gente en un servicio. Sus hijos cantaron, varios expresaron cosas maravillosas de él. El mensaje por parte del Pastor fue muy emotivo. Varias veces estuve tentada a levantarme y expresar mi tristeza y lo mal que me sentía por no haber tenido el coraje de ir a visitarle cuando me enteré que estaba enfermo. De alguna manera mi corazón se aferraba a la idea de que él mejoraría, que Dios haría el milagro de sanarle, y que yo tendría el tiempo para llamarles y pedirles que me permitieran pasar a visitarles. Estuve casi tres horas allí. Mi corazón sentía una enorme tristeza por muchos sentimientos encontrados de ese lugar y por el momento en sí que se vivía. Quise llorar, pero me decía ”NO Adry” sé fuerte. Quise llorar por no haberle podido decir “adiós" o un "hasta pronto" aún estando él con vida. Quise llorar por no haber dejado el pasado atrás, y por pena o sentimiento de culpa por haberme alejado. Me alejé, por un mal entendido o por haber estado tan sensible en mis días en Colombia, que cuando le compartí algo a través de texto, y al no recibir la respuesta que esperé por parte de ella, me resentí y me alejé. Su esposa, días después, me escribió, y recuerdo haberle comentado que me había dolido. A lo que respondió: "I´m sorry amiga, no fue que te ignorara. Sólo que estaba muy contenta con la venta de garaje que tuve y lo bien que me fue. y al leer tu mensaje sólo pensé en compartirte mi alegría." Debí haber estado feliz por ella, pero en ese momento mi duelo era según yo, "MÁS grande o IMPORTANTE”, que en vez de sentirme feliz por ella, ME RESENTÍ. Te das cuenta como podemos ser a veces tan estúpidos. Perdóname la expresión, pero debo ser sincera. Y no es que mi dolor del momento no fuera importante, pero el triunfo de ella también lo era. En fin, al regresarme, la tuve en mi mente todo el tiempo, pero decía: “Mañana”... Al enterarme de la enfermedad de Cordell, me tardé como dos semanas en tomar el valor de escribirle: “Yuriam Dios te Bendiga, estoy Orando por Cordell”. Creo que eso fue lo que escribí... Un tiempo después, me escribe o llama otra buena amiga diciendo: “Adry, Cordell falleció” chin... me dolió el estomago, y dije entre mí: “¿Porque tan pronto? Mi cuñado lleva cinco años luchando contra el cáncer y allí sigue. Estando en el servicio caí en cuenta que Dios ama tanto a Jorge, pues no se lo ha llevado porque desea que él lo acepte como su salvador. Que perdone y pida perdón. Que deje el orgullo de lado y trate bien a todos los que están a su al rededor. Mientras que Cordell estaba con todas las cuentas claras. Cordell ya había cumplido al cien por ciento con la tarea encomendada por Dios en esta tierra. Terminando el servicio, me paré, de lejos le vi. Y dije: "¡Por favor perdóname!" Luego tuve la oportunidad de darle un abrazo a Yuriam. No pude hablarle mucho. Pero dentro de mí dije: "¡Qué bueno que viniste!" Pues en un funeral, en un hospital, en una presión es donde las personas sabrán quienes les aman de verdad. Luego durante el jueves y viernes, mi pensamiento fue: Debo escribir sobre esto y aquí me tienes... Pido a Dios no tener miedo al día de mi partida, si es que me avisaran por causa de una enfermedad. Pido a Dios no sentir tristeza en vida. porque siento que quizás no sean muchos los que asistieran a mi servicio, si es que me hicieran uno. Pido a Dios que pueda estar a cuentas a diario, y que Él sea mi lámpara, mi luz y no permita que me extravíe o aleje de Su presencia. Pido a Dios me ayude a no ser tan sensible o soberbia en momentos como los que viví a finales del 2021. Pido a Dios me ayude a ya no alejarme ni esconderme en mis ocupaciones, como también a dedicarme más tiempo. Hoy te aconsejo hagas lo mismo...
¡Te aprecio y envío un saludo a todos! - Adry Victoria.-
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ADRY VICTORIA G. PIEDRAHITA.Palabras de mujer a mujer... Archives
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