Escuche en una predica del Pastor Joel Osteen, que todos deberíamos tener un lugar secreto en nuestro interior. ¿Por qué secreto? Bueno, él explicaba que en los lugares íntimos no dejamos que entre cualquier cosa o persona. Ahora veamos… En el Antiguo Testamento encontramos que, en el templo había un lugar llamado “el Lugar Santísimo”. Ese era un espacio en la parte interior del templo donde solo podían entrar los sacerdotes una vez al año. Allí se encontraba la presencia de Dios. Todo sacerdote debía tener mucho cuidado de entrar purificado porque de lo contrario, podría perder la vida. El Pastor Osteen comentaba que así deberíamos tener nosotros un lugar secreto y sagrado dentro de nuestro ser, dentro de nuestra alma. No solo un lugar físico, hablamos de un lugar interior. Un lugar donde no permitiéramos que nada nos dañara, ni malas expresiones, ni ansiedad, ofensas, amarguras, o miedo. Nuestro lugar secreto debería ser un lugar de paz, descanso y fe. El lugar donde habitara nuestro Señor Jesucristo al cien por ciento. Yo diría que ese lugar ya existe dentro de nosotros. Al escucharle, sentí algo de tristeza en el momento. ¿Por qué? Bueno, muchos de los lectores conocen del Señor como yo. Hemos leído innumerablemente de veces muchos textos y pasajes bíblicos, los cuales en su momento decimos: - “¡Amen! Gracias Dios por tu palabra”- Otras veces la hemos compartido con alguien que de repente sentimos que la necesitaba. PERO ¿qué tanto la hemos atesorado? ¿Qué tanto la hemos hecho nuestra? Nuestra, es NUESTRA. Te explicaré lo que entendí y por qué el énfasis que hago. Empecemos recordando lo que dice Proverbios 4:23: “Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida.” Podríamos decir que en él guardamos sentimientos, recuerdos, memorias de lo que aprendemos bueno o malo. Él es nuestro santuario. El mejor lugar secreto e íntimo, y de lo allí guardado, será lo que mostremos al exterior. Será quien hable lo que somos. Esto me llevo a acordarme nuevamente lo que dice Lucas 6:45: “…porque de la abundancia del corazón habla la boca”. ¿Pero, por qué decir que no la cuidamos? Aquí va: Sabemos que tendremos que pasar por varias situaciones feas, momentos de retos y pruebas seguramente fuertes. Lo triste es que casi todos respondemos a estos momentos, en la forma no adecuada. En el mensaje que escuché explicaban que, la gran mayoría de las personas sufrimos y en ocasiones más de la cuenta, porque cometemos el error de PERMITIR QUE TODO ENTRE, que todo nos afecte. Permitimos que las dificultados nos mortifiquen, que las dudas nos llenen de inseguridad, las ofensas de rabia y pensamientos de venganza. Nos estresamos por el tráfico, por los preparativos de una reunión, por un familiar metiche, mentiroso o incrédulo. Por los gastos de cada mes, las deudas en que nos metimos, el salario bajo, los diezmos, una enfermedad. Creo la lista es casi que interminable. Entonces como decía, PERMITIMOS que ese santuario, al que “según” debemos cuidarlo, donde “según” hemos atesorado lo que aprendemos de la palabra de Dios, SE CONTAMINE. Abrimos la puerta dejando entrar la duda, el miedo, el estrés, la depresión, la frustración. De esta manera, entra mucho más lo negativo, que todo lo hermoso y valioso que hay en las PROMESAS de Dios para quienes le buscamos. Es por esta razón que muchos nunca logran tener paz y casi siempre están decaídas a pesar del conocimiento. DEJAMOS que las promesas pasen a ser solo textos bíblicos, e intentamos arreglar todo con nuestras fuerzas y razonamiento. Permitimos que lo más importante pase a un segundo nivel, y sin pensarlo ni desearlo, comenzamos a sufrir sin necesidad. Hemos llegado a pensar que es normal sufrir, enojarnos, enfermarnos, etc. Hoy entendí que no es así. Es verdad que cada día seremos tentados, es la tarea de satanás, tocar a la puerta permanentemente. Pero debemos ser conscientes que dependerá de nuestra actitud cómo reaccionemos ante los ataques y cómo aplicamos las promesas que conocemos en ese mismo momento. Una forma adecuada de responder a ellas sería NO DANDO TANTA ATENCIÓN, y no dar atención, no es hacernos los de la vista gorda. No dar tanta atención, es no enfocarnos en eso, cerrándonos a ver una salida inteligente, razonable y sabia. Una salida que nos DÉ y no que nos robe. Una salida sabia para protegernos sería: Si alguien nos ofende, no abramos la puerta al dolor, a contestar igual, o a sentirnos ofendidos. Guardar nuestro corazón sería decir: - “Dios en tus manos lo dejo. Dame el momento oportuno, la forma y palabras exactas para manejar esto presentado, o indícame lo que debo hacer. ¿Será acaso que deba alejarme? ¿O seré yo la que este mal? Por favor déjame ver claramente el porqué de esto sucedido.”- Orar y soltar sin tanto rodeo o drama. De esa manera no agrandamos las cosas. Pero debemos hacerlo con un verdadero corazón conforme a la voluntad de Dios. De lo contrario nada bueno saldrá de allí, y sería permitir la contaminación de nuestro corazón. Otra situación común es: El famoso ESTRÉS, por el tráfico, las deudas, los hijos y sus decisiones, el trabajo y un sin fin de ejemplos. Olvidando lo que Nuestro Señor nos dijo en S. Mateo 6:27 “¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?” No sería mejor en esos momentos de estrés, prender la radio y poner una alabanza o una predica y decir: Bueno, Dios me está protegiendo a diario y esta no es la excepción. Ya debo estar acostumbrada al tráfico pesado, a la mala actitud de mi jefe, compañero, hijo, vecino, esposo, y proteger nuestro santuario, refugiándonos y viviendo en las valiosas promesas. Reaccionar así, es saber sacar provecho de los horarios pesados, de los atrasos e incluso de los cambios repentinos que cambian nuestros planes o la emergencia que llevemos o tengamos. Debemos entender que “Todo pasa por algo” ¡Todo! Entonces en vez de lamentarnos y volvernos incrédulos, desconfiados y amargados, debemos inmediatamente invocar las promesas de Dios. “El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién me asustará?” Salmo 27:1 Son este tipo de promesas las que debemos exclamar en momentos de pruebas. “Dios hará vivir en paz a quienes le son fieles y confían en él.” Isaías 26:3 He escuchado algunos testimonios de personas que pasaron por diagnósticos de cáncer, decir: -“Esto no me derrotará, no me desanimará. Mi fe y fortaleza en Dios es más grande que algo que quiere hacer estragos dentro de mí.”- Estas personas han sanado más rápido que otros con una actitud distinta. Sus síntomas incluso han sido completamente diferentes. En la forma como llegó el mensaje a mí y me impactó fue que, si tuviéramos nuestras creencias FIRMES y APLICÁRAMOS verdaderamente las PROMESAS que Dios nos ha dado, y las atesoráramos en ese SANTUARIOS ESPIRITUAL llamado corazón, ese santuario fuera cuidado cómo nos aconseja proverbios 4:23, NADA nos haría daño. No habría tanta gente con medicamentos por ansiedad e incluso por diabetes, porque aplicaríamos todas las enseñanzas de Dios, por nuestro bien. VIVIR Y APLICAR LAS PROMESAS DE DIOS, da RESULTADOS, algo que es muy diferente a SOLO CREER Y COMPARTIR. Cuando creemos, porque leemos la palabra, escuchamos prédicas, asistimos a estudios y cantamos muy bonito, pero no la aplicamos, no podemos vivir o experimentar las promesas al cien por ciento. ¿Te das cuenta porque dije al principio que al escuchar el “Mensaje” me sentí triste? Sentí que sabemos mucho, que algunos hemos experimentado lo que es recibir un milagro por parte de nuestro Señor, que hemos ayudado a personas, PERO que son pocos los que han entendido y están viviendo como debe SER. ¡Leamos, aprendamos, apliquemos, protejamos nuestro corazón y vivamos las promesas de Dios! Isaías 41:10: “No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. Yo te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa.” Por lo tanto esto reconfirma la verdad que hay en la promesa que describe Filipenses 4:9: “Practiquen todas las enseñanzas que les he dado, hagan todo lo que me vieron hacer y me oyeron decir, y Dios, que nos da su paz, estará con ustedes siempre.” Si atesoramos las promesas, las cuidamos y las practicamos verdaderamente cada día. No dejaremos entrar infección alguna, y Dios podrá estar fielmente al control de nuestra vida. “Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” Lo expresa el libro de Números 23:19 Ciertamente, el propósito final de Dios es que seamos transformados más y más a la imagen de su Hijo Jesús, por ello debe ser la meta principal del cristiano aprender y cambiar para ser moldeado conforme a su voluntad, y aprender y cambiar de acuerdo con esta reflexión, es el no dejarnos tentar por lo que ahora está de moda: “La depresión”, “La soledad”, “La toxicidad” ,“la duda”, “ La Traición”, “EL MIEDO”. No sigamos permitiendo ser contaminados. “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6-7 Comparte esta reflexión y, ora pidiendo a Dios nos ayude a saber limpiar nuestro lugar secreto y sagrado, y que a partir de ahora ya no permitamos que sea contaminado. A partir de ahora vivamos conforme a lo que leemos y aprendemos de sus 3,563 promesas. Recuerda que Todo lo podemos en Cristo Jesús. Un abrazo. -Adry Victoria-
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ADRY VICTORIA G. PIEDRAHITA.Palabras de mujer a mujer... Archives
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