A veces queremos amar, pero se nos dificulta, ¿Por qué será? ¿Qué nos enseña Dios en Su Palabra? ¿Seremos capaces de amar? «De la abundancia del corazón habla la boca», nos enseña Jesús, en el Evangelio de Lucas (6:45 RVR). La esposa y su esposo dicen cosas que salen del corazón. Si se experimenta la dulzura del amor, las palabras son dulces como el primer beso; si se experimenta amargura, las palabras son lanzas y anzuelos que causan mucho dolor, y herimos a nuestras parejas, hijos, amigos, hermanos, compañeros de trabajo. Herimos en general sin medir las consecuencias, muchas veces pensando que si nos damos cuenta que hemos cometido un error podremos pedir disculpas. De lo contrario la gente es quien nos debe pedir disculpas, sintiéndonos con el derecho de exigir. Lo terrible es que NO medimos la consecuencia de cada palabra mal dicha, de una cara con mirada dura o de desprecio; no medimos el daño que hacemos a los demás e incluso a nosotros mismos. La mayoría del tiempo pensamos que lo que hacemos está bien hecho. Algunos somos serios y a duras penas si medio sonreímos con alguien, o somos formales con quien conocemos ¡y eso! porque hay ocasiones que ni a ellos les brindamos un saludo agradable. ¡Y dime qué billete después de haberlo arrugado queda igualmente nuevo! En últimas, el problema no es lo que decimos, sino el por qué hacemos o nos comportamos de tal manera. Pues es muy cierto cuando se dice que las palabras y nuestras acciones reflejan lo que llevamos dentro de nuestro ser. Ahora la pregunta del millón sería... ¿Digo ser Cristiana, digo que no soy perfecta, digo que estoy cada día en busca de ser mejor, pero reflejo aunque sea en un 70% con mis actitudes, hablar y acciones el amor que Dios quiere que dé, que sienta, y por ende que reciba de lo que doy? Muchas veces, tristemente queremos recibir el amor, el respeto, la amabilidad, la paciencia, la dulzura que no hemos sembrado. Muchas veces queremos que otros nos sigan y acepten nuestra invitación a acercarse a Dios oh a visitar nuestra iglesia, pero ¿Qué tanto podemos reflejar para que deseen aceptar? Revisemos si tenemos heridas que nos están impidiendo ser y amar como Dios desea que lo hagamos. Sanemos de raíz nuestras heridas para ser libres y para lograr dar amor sincero y total, no de vez en cuando oh a quienes nos convenga, pues somos Hijos de Dios y Él nos ama a todos y nos respeta de la misma manera. Finalmente Él quiere que Su pueblo le siga y le obedezca. No es fácil, pero SÍ es posible si todos ponemos nuestro grano de arena buscando sanar para ser diferentes. Renuncia a seguir igual y empecemos a reflejar una mejor versión de lo que hemos sido. De la mano del Señor Todo es Posible 🌹Bendiciones 🌹 -Adry Victoria-
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